Taller Nacional Reinventar narrativas para sociedades más justas

Narrativas

Testimonio Rasha Salah

 

Resultó más difícil de lo que imaginaba escribir sobre la experiencia que tuve la primera semana de junio de 2019 en Ajusco, Ciudad de México en el Taller Nacional Reinventar narrativas para sociedades más justas; la verdad hay mucho que decir, la tranquilidad del lugar, la comida casera, el té de frutas, el acceso limitado al internet, las actividades y las historias personales me hicieron reflexionar y fueron como un puente que necesitaba para relacionar mi pasado en Siria con el presente mexicano tratando de construir el futuro.

Empezando por la presentación y nuestras historias, relacionándola con una foto u objeto, conectando nuestras estrellas brillantes para narrar parte de nuestras vidas, aprendiendo a preguntar, cuestionar nuestros problemas porque todo es una metáfora. ¿Qué contamos?  ¿cómo? ¿por qué y para quién? Son unas de muchas otras preguntas que hacemos y haremos a la hora de narrar y documentar.

Muchos ejemplos de organizaciones y diferentes luchas, un documental fuerte sobre la “discapacidad” en Bolivia, el país que hace unos años era ejemplo de humanidad y democracia para mí. Llovió mucho aquella tarde, escucho ahora el sonido del agua tocando el techo, recuerdo mis sentimientos, tanto los ejemplos como el documental, con varios comentarios de los/las compañeros/as, me “sacaron de onda”, me dieron mucha tristeza y dolor, salí del salón con una idea dominante: cada uno tiene su lucha separada, hay que entenderlo todo y trabajar desde esa idea.

Empezando la mañana siguiente empezamos con una energía nueva, todo tenía su orden y lógica en mi mente, escribimos el librito de nuestra vida, hicimos en grupos de trabajo mensajes sobre nuestros temas y cerramos con el ejercicio de nuestro cuerpo, que no es fácil de olvidar, donde dijimos mucho sin decir palabras, donde vemos nuestras partes “positivas”, donde nos unió el dolor, lo que sentí que nos separaba un día antes desapareció compartiendo nuestras heridas.

De lo que ocurrió en el taller, tiene mucha importancia para mí los vínculos personales que nos tejimos juntos/as lo largo de esos días. Muchas caras nuevas que se convirtieron en amigos en unos días, aunque debo confesar que llegar a aquel cuarto compartido con una amiga me dio mucha tranquilidad. Recuerdo cada conversación que tuve con cada uno/a, no voy a mencionar nombre porque somos muchos/as, pero tengo presente muchas palabras: “la vida es como el mar, déjate llevar”, “porque hablamos de felicidades si el dolor es potente”, “dolor de todo mi cuerpo, no es una parte”, “podemos hacer algo para que nos escuchan” y muchas otras frases que me ayudarán en mis historias del futuro.

La lluvia, el olor de canela, los árboles, me llevaron a mi casa, la mujer del desierto a Sonora, hablé sobre mí, sobre Siria y no pude dejar de mencionar el amor a Cuba y a Silvio Rodríguez que estaban presente en esa semana, ahora escribiendo esto me doy cuenta que yo era una mezcla, se juntaron muchas partes de mí, con todos mis dolores, recuerdos, identidades en el mismo tiempo y espacio, lo que hizo una experiencia diferente e inolvidable.

Rasha Salah